martes, 30 de agosto de 2016

Ante mi declaración el Jueves 1 en la Audiencia Nazi-onal

El Jueves 1 de Septiembre declaro en la Audiencia Nacional, ese tribunal fascista herencia del Tribunal del Orden Público franquista, que se cambió el nombre pero que sigue cumpliendo la misma función: reprimir a los revolucionarios. Se me ha citado por unos comentarios en twitter denunciando los negocios criminales de la monarquía/Estado español con Arabia Saudí (quienes ayudan tanto al yihadismo), por denunciar asesinatos y torturas a manos de la policía y por decir que exterminaron en prisión a la presa política del PCE (r) Isabel Aparicio por desatención médica, negándose a cumplir sus propias leyes sin liberarla pese a estar gravemente enferma, teniéndola en pésimas condiciones. 
Es decir, se me quiere condenar a prisión por contar la realidad, por relatar cosas que, independientemente de las ideas que uno tenga, han sucedido. Hay vídeos y fotos que prueban asesinatos y torturas policiales y hasta la prensa burguesa se ha hecho eco de la venta de armas del Estado español a Arabia Saudí o incluso de las juergas que el Borbón ha tenido con sus jeques.

Pero sucede que precisamente no quieren que se conozca la realidad y si la cuenta un comunista, no sólo jode más, sino que les supone más peligro. Ellos mismos lo reconocen cuando dicen que mis mensajes son dañinos (para sus intereses) porque llegan a muchas personas, eso es lo que temen, que el mensaje revolucionario se expanda y no quede sólo en un reducido círculo. Para variar, la prensa vuelve a repetir mentiras como que apoyo a Al Qaeda o cogen frases de canciones por las que ya fui condenado y las añaden a los twits como si también entraran en la nueva causa. También mienten descaradamente cuando dicen que Isabel Aparicio era presa de los GRAPO, todo para no mencionar al PCE (r). Jamás he ocultado mi simpatía por esta guerrilla y me he solidarizado con sus presas y presos, pero Isabel estaba cumpliendo condena por militancia en el partido comunista.

Según cuentan algunos medios, fiscalía pide mi ingreso inmediato en prisión. Sea o no inmediato, es evidente que con esta nueva causa quieren asegurarse que pase una temporada entre rejas. He demostrado y seguiré demostrando que no cedo a sus chantajes, pero quieren que esta represión sirva para que otros se lo piensen dos veces antes de ser solidarios con los presos políticos, denunciar torturas y asesinatos a manos de los cuerpos represivos o denunciar a la monarquía mafiosa. Es un régimen decadente que sólo se sostiene por el terror de la represión y por la manipulación constante.

Ya declaré ante los Mossos d’Esquadra cuando fui detenido en mi ciudad por otra causa y por esta. Declararé lo mismo en la Audiencia Nazi-onal: que lo que he dicho está de sobras probado. Aunque en este Estado contar la verdad es delito y los jueces no atienden a argumentos, cumplen su función represiva y punto. De nada sirve que ya haya declarado ante los Mossos, me hacen desplazarme a Madrid para decir lo mismo frente al juez, aunque es evidente que no me abonarán los billetes del viaje. Algunos no explotamos ni saqueamos dinero público y no estamos para estos gastos.


Allá ellos si quieren apagar un fuego echando más leña, yo lo pasaré mal si me encierran en prisión, pero el mensaje revolucionario que tanto quieren silenciar, llegará a más personas. No me arrepiento de nada de lo dicho y seguiré pensando lo mismo dentro o fuera. La conciencia vence al miedo y ni sus centros de exterminio llamados cárceles me dan más miedo que la sumisión o la complicidad del silencio ante su barbarie. Su tribunal fascista no puede controlar nuestra memoria, nuestro odio a las injusticias, nuestro amor a las oprimidas y nuestras ansias de libertad. 


miércoles, 10 de agosto de 2016

Ni derrotismo ni triunfalismo: ni la Revolución es imposible ni queda cerca.

Tanto el derrotismo como el triunfalismo son errores que frenan el avance del movimiento revolucionario. El primero se encarga de contagiarlo el sistema y el segundo parte del subjetivismo de quienes confunden los deseos con la realidad. Ambos se parecen en que muchos se aferran a estos como excusa para no actuar, ya que el derrotismo no cree en el cambio y el triunfalismo no cree que haya que hacer esfuerzos para conquistarlo. El triunfalismo suele llevar al derrotismo, porque al no conquistarse el cambio a corto plazo como se esperaba, se cae en la desgana. Casi todos hemos caído en estas desviaciones, sobre todo al empezar, pero si no se corrigen acaban llevando a la inacción que retrasa la Revolución.

Desde pequeños nos “educan” para que interioricemos que las cosas son así porque tienen que serlo y que no pueden ser cambiadas. Como si fuera inevitable que unos pocos acumulen millones en el banco y tantos no tengan ni un plato de comida asegurado. Lo lógico sería que nos educaran para conquistar un mundo justo y por lo tanto poner fin a estas desigualdades abismales, pero la educación la controla la burguesía y es muy cruel, pero no suicida, pues para terminar con estas desigualdades hay que acabar con su poder.  Al ser manipulados de esta forma, se acaba creyendo que el cambio es imposible. Si uno cree que el cambio es imposible no va a luchar por cambiar las cosas, pues sería perder el tiempo. Sin embargo basta echar un ojo a la historia para ver cuántas cosas han cambiado en un solo siglo, no tiene sentido ver la realidad como una foto fija que no puede ser transformada. Por eso la burguesía no nos enseña el materialismo dialéctico del que parte el marxismo y nos vende que su poder será eterno, que no hay alternativa posible y que esto funciona así porque sí y punto.

Tras tantos años de manipulación machacando constantemente nuestras mentes, han logrado que hasta muchos que ponen en duda su sistema genocida basado en la tiranía del capital, no crean que sea posible ponerle fin. Claro que también es porque dentro de esa educación, se incluye una poderosa campaña anticomunista que oculta que ya se ha conquistado en la historia un sistema que asegura una vida digna a toda la clase trabajadora: el Socialismo. Por eso son tan comunes expresiones como “el ser humano es malo por naturaleza”, “la humanidad es una causa perdida” o “el mundo se va a la mierda y no podemos hacer nada”. Si hubieran pensado así quienes hace no tantos siglos eran quemados por asegurar que la Tierra no era plana, seguiríamos en esas. Si hubieran pensado así quienes lucharon a sangre y fuego por una jornada laboral de 8 horas, ningún trabajador hubiera mejorado sus condiciones. Hoy, gracias al derrotismo imperante por la influencia de la ideología burguesa, lo raro es trabajar “sólo” 8 horas y qué decir de la miseria que se cobra por esas jornadas. Por eso cada vez nos quitan más sin resistencia, porque ha calado lo de “esto es una mierda pero es lo que hay”. No es casualidad que justo antes del día del trabajador, dieran por la televisión pública un documental más manipulado que la versión oficial del 11 S, sobre la supuesta derrota del PCE (r) y de los GRAPO. Precisamente porque quieren transmitir que quienes han intentado cambiar esto están derrotados y que no queda otra que caer en el derrotismo y aceptar esta dictadura cada día más enemiga de los intereses de la inmensa mayoría.

No hace falta irse muy lejos en la historia para ver cómo implicándose, sí se conquistan derechos y pequeñas victorias. De haber caído en el derrotismo, hoy aún más miles de familias estarían desahuciadas, por ejemplo. El derrotismo cae en el cortoplacismo: como las grandes victorias no son cosa de dos días y poco esfuerzo, sino que requieren constancia y sacrificio, no merece la pena pelear por algo tan lejano. Olvidando o queriendo olvidar que precisamente es el pasotismo lo que lo aleja aún más. Es fácil caer en el derrotismo si sólo intentamos ver la lejana meta y no nos centramos en los pequeños pasos que nos acercan a esta. Si quien va a escalar el Everest quiere ver cercana la cima en los primeros pasos y se desmoraliza ante todos los que quedan, lo lleva crudo. Quienes hemos superado ese derrotismo, hemos de contagiar la fuerza y la fe (que no es ciega como la de la religión) a quienes se dejan arrastrar por este haciéndole sin querer un gran favor a los opresores.
Además, el derrotismo aún es más absurdo en estos tiempos en los que su sistema está en crisis y millones de personas están empezando a tomar una mínima conciencia. Ello debe motivarnos para acelerar esa toma de conciencia, pero como decía Olarieta: siempre están los que se excusan en los que no hacen para justificar su inacción.

El triunfalismo también suele llevar a la inacción dando por hecho que bastarán las condiciones objetivas para que la Revolución entre por la ventana y el capitalismo sea enterrado. Por esa regla de tres en los países más jodidos estarían haciendo revoluciones y sin embargo en muchos de ellos no hay ni la más mínima resistencia. Como el derrotismo, es una posición cómoda que huye del esfuerzo y compromiso que implica la militancia revolucionaria. Es fácil caer en el subjetivismo cuando uno sólo se mueve entre quienes piensan igual, pero basta acudir a los frentes de masas o romper con el sectarismo para darse cuenta de que el nivel de conciencia de las masas no está al borde de la Revolución. Pero eso no puede llevarnos tampoco al derrotismo, sino todo lo contrario: debe ser motivación para hacer muchas más cosas que eleven su nivel de conciencia.


Ni la Revolución es imposible como repite la propaganda burguesa para que no luchemos, ni tampoco puede organizarse rápido y con poco esfuerzo. Ni derrotismo ni triunfalismo, trabajo revolucionario y más trabajo constante, hoy que cada vez más personas simpatizan con la causa pero muy pocas militamos. Si tenemos conciencia sabemos que hemos de actuar, no nos excusemos en el resto para quedarnos de brazos cruzados. Está en nuestras manos adelantar la urgente Revolución, millones de vidas dependen de ello.